TEORIA DE LAS MUTACIONES
¿Se trata de una mutación en la especie humana?
¿Asistimos a la aparición de seres que se nos parecen exteriormente
y que son, sin embarago, distintos? Este es el formidable problema
que vamos a estudiar. Lo cierto es que asistimos al nacimiento de
un mito: el del mutante. El nacimiento de este mito, en nuestra
civilización técnica y científica, no puede carecer
de significación y de valor dinámico.
En el caso de mutaciones hay que distinguir varios aspectos.
La mutación celular que alcanza a los genes, que no tiene descendencia,
nos es conocida en su forma desfavorable: el cáncer, la leucemia,
son mutaciones celulares. ¿Hasta que punto se podrían
producir mutaciones celulares favorables, generalizadas en todo el organismo?
Los místicos nos hablan de la aparición de una "carne nueva",
de una "transfiguración".
Cabe distinguir dos interpretaciones:
-
Esta mutación, esta aparición
de otra raza podría deberse a la casualidad. La radiactividad,
entre otras causas, podría originar la modificación de los
genes de ciertos individuos. La proteína del gene, ligeramente
afectada, dejaría de producir, por ejemplo, ciertos ácidos
que son causa de la angustia. Entonces veríamos aparecer otra
raza: la raza del hombre tranquilo, del hombre que no teme a nada,
que no experimenta nada negativo; que va a la guerra tranquilamente, que
mata sin inquietud, que goza sin complejos, una especie de autómata
sin ninguna clase de temor interior. No es imposible que asistamos
a la aparición de esta raza.
-
La mutación genética
no se debería a la casualidad. Sería dirigida.
Iría en el sentido de una asunción espiritual de la Humanidad.
Sería el paso de un nivel superior. Los efectos de la radiactividad
responderían a una voluntad dirigida hacia lo alto. Las modificaciones
que evocábamos hace un instante no serían nada comparadas
con lo que espera a la especie humana, sólo n ligero atisbo de los
cambios venideros. La proteína del gene se vería afectada
en su estructura total, y veríamos nacer una raza cuyo pensamiento
estaría profundamente transformado, una raza capaz de dominar el
tiempo y el espacio y de situar toda operación intelectual más
allá del infinito.
Hay, entre la primera y la segunda
idea, la misma diferencia que entre el acero templado y el acero sutilmente
transformado en banda magnética...
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